Cuando tenéis que imponer
censuras fascistoides es que el sistema se ha averiado. De poco sirve que os
amparen las leyes que vosotros mismos habéis promulgado, ésas que nos olvidaron
cuando la gente se moría de hambre. En política no se puede vencer. Hay que
convencer. Y hacerlo por la fuerza es tan democrático como obligar a alguien a
ser feliz.
Tal vez aquella mujer era un
bicho. Quizá, pese a ello, no se merecía acabar como mártir del invento. Quien
siembra viento recoge tempestades, por mucho que el temporal tuviera naturaleza
personal y no institucional. En todo caso, deberíais hacérolos mirar. Cuando la
plebe se echa a la calle y se alegra de una muerte, es que algo no funciona.
Tal vez lo estáis pidiendo a gritos con vuestra aberrante manera de asesinarnos
con gotero, pinchazo a pinchazo, hipoteca a hipoteca, multa a multa, decreto a
decreto.
Os habéis colado pero bien. Lo
último que debe perder un líder es la confianza del vulgo, ésa que funciona por
caprichosos embates del destino, y que te da la espalda cuando menos te lo
esperas, y que te respalda cuando has hecho méritos para el abucheo más mordaz.
Olvidaos de prohibir, perseguir y
sancionar. El veto y el gobierno del miedo no os harán grandes. Sólo os darán
tiempo y respaldo jurídico para seguir llenando la saca. Yo no puedo lamentar
aquello. Debería, pero me duelen más los que se precipitaban por los balcones
de sus desahucios hasta hallar paz en el asfalto, hasta crear mosaicos de vida
interrumpida y desparramada en plan collage gore.
Planteároslo. Tal vez la próxima
vez no sea una rencilla de índole pseudopersonal. Puede que se deba a la
clausura de otro centro de salud, a la supresión de aulas en colegios, a
flamantes nuevos indultos para vuestros coleguitas. Quizá quien incitó a la
violencia, desde hace muchos meses, fueron sus Señorías. Lo he puesto con
mayúscula inicial, no vaya a ser que me detengan los que no pudieron detener a
Esperanza Aguirre. Nada que ver una indefensa sexagenaria tratada como una
terrorista con un anarquista digital antisistema. Dónde va a parar.