domingo, 26 de mayo de 2013

Un friki enloquece y siembra el pánico en la ciudad

Interneticias: Información digital a 30000 Kbps/s

Un friki enloquece y siembra el pánico en la ciudad

Un ciudadano medio sufre un brote paranoico y agrede sexual y brutalmente a dos jóvenes a las que intentó mancillar sin éxito gracias a la intervención de varios transeúntes que escucharon la algarabía desde el micro abierto de su móvil.
Las cámaras urbanas han grabado todo el suceso y puede visionarse y descargarse mediante facebook, tuenti, wasap, youtube, cotilling y otras 167 plataformas. También en la web de las principales cadenas de televisión. Al parecer, las dos niñas de 15 años, según su DNI informático, estaban descargando nuevas aplicaciones en su teléfono móvil Cyborg para detener la aparición de acné y para estimular el crecimiento del pecho. A tenor del poco busto de una de las víctimas y de los granitos faciales de la otra, no hace falta aclarar quién se estaba bajando qué. Estaban pues las dos muchachas descargando sus programas cuando el acusado se abalanzó sobre ellas gritando como un poseso con firme intención de abusar de ellas.
La doctora en criminología sexual de la policía digital sostiene que “el sujeto no hubiera sucumbido a sus pasiones si se hubiera descargado en cualquier dispositivo un release&relief. Se trata de un driver que ejecuta pequeñas descargas eléctricas que, enfocadas en el occipital o los genitales, puede producir placer suficiente para calmar pulsiones sexuales durante varios días. De hecho, su estado de barbarismo es lo que le ha condenado a cometer semejante atrocidad, pues el sujeto no portaba ningún dispositivo de trigésima generación.”
No es la primera vez que se recomienda mediante videonoticias instantáneas la implantación obligatoria de estimulación tecnológica orgásmica en varones cuyo historial digital delate que no han tenido ningún tipo de descarga sexual en los últimos cinco días. También se advierte a las autoridades de la necesidad de fichar a los ciudadanos con antecedentes y obligarles a llevar un cinturón proyector de nubes de información donde se describa el delito que ha cometido el detenido y su situación penal actual. Así las víctimas potenciales podrían leer la información antes de aproximarse 15 metros a un reincidente o recibir una alerta del escaneo espacial. En casos de criminalidad fragrante dichas nubes podrían incorporar alarma acústica ante la cercanía de los sujetos.
“No sé qué me ha pasado. Sólo quería que se acabase ese zumbido en mi cabeza. Cuando las he visto no he podido evitar lanzarme sobre ellas”, ha dicho el imputado. 

El abogado robot de oficio ya ha tenido su primera entrevista con el acusado. Interneticias ha tenido acceso a la grabación, pero ya les advertimos que es infumable, no tiene base científica y carece de fundamento. Pueden descargarse la declaración entera para móvil, turbocoche, moto voladora o panel de control domótico. Para ello, pinchen en el siguiente enlace o transmitan una orden neuronal.

DECLARACIÓN COMPLETA

“Empecé a sentirme mal cuando me cambié el móvil. Dibujando un corazón en la pantalla se marcaba automáticamente el teléfono de mi novia. Si decía “off” se apagaba solo. Al principio me gustaba, pero pronto me cansé de las tontadas del aparato. Inocente de mí. Ojalá hubiera podido conformarme con aquello. Luego vino el auténtico infierno. Primero fue la llave digital para la puerta de casa. Funcionaba bien, hasta que un día tuvo que venir el cerrajero escaneador. Después nos impusieron la ducha en seco, la bebida en tubo de ensayo y la lavadora por protones. La calefacción funcionaba por flujos de contracorriente softwárica y tuvimos que quitar la cocina, porque la cena ya no se hacía, se programaba en el ordenador alimenticio. Metías un DVD comestible y el grabador te quemaba los nutrientes sobre la superficie. Sabían deliciosos.
Luego vinieron los asuntos amatorios. No bastaba con embarazar a las mujeres con inyecciones, en 2024 se prohibió el sexo carnal y se sustituyó por unos electrodos en la sien, muy placenteros, por cierto. Después vinieron los libros y la escuela. Cargarse a los profesores estaba bien, era una panda de vagos ineptos, pero… ¿hacía falta descuajeringar los institutos? El fracaso escolar murió gracias a las inyecciones de matemáticas, inglés, lengua y las otras. La revolución industrial y las grandes guerras con un solo pinchazo. Nos salió la vena intelectual.
Un aspirador en el ombligo jubiló los excusados y las enfermedades se podían curar usando un potente antivirus con puerto USB conectado a nuestra nuca. La disquetera del parietal nos permitía visionar películas y partidos dentro de nuestros ojos sin que la imagen saliera del iris. Era como ver hacia dentro, algo muy agradable para conducir, con el Kitt de coche. Fantástico, claro. La maldad estructural se aspiraba por la boca con un succionador de suciedad espiritual, y con un aspersor de ética te volvías buena persona, aunque a veces se pasaron con la dosis y unos cuantos se volvieron hippies happys y fumaos y hubo que deslobotomizarlos con un plug and play. Hasta aquí todos contentos.
Menos yo. Estaba cansado de decirles a mis amigos que saliéramos a beber y que me mandasen cogorzas virtuales, que a mi juicio eran mucho más cabezonas y de resaca más árida. El optimizador lo arreglaba, pero para mí eso era trampa. No me sentía bien. Decidí ir al médico, pero cuando el taxi virtual dejó a mi consciencia  a la puerta del ambulatorio me llevé un buen chasco. El edificio era un cementerio de etéreordenadores. Los galenos ya no existían. En su lugar me conecté un pen-drive de diagnóstico que en cinco segundos me detectó el mal: sobredosis digital, sin cura conocida, salvo el destierro a lo silvestre agreste. Me lo planteé, pero mi mujer me dijo por wasap cerebral que ni hablar, que en lo bueno y en lo malo.
Acepté que estaba atrapado, pero la cosa fue a más. Ayer estallé. Vi a un par de crías sacar el mega móvil esteticién para hacerse la manicura digital y algo en mi cabeza hizo click. No era la disquetera. Ésa hace clack. Me abalancé sobre las mocosas con un afán desenfrenado de arrebatarles los móviles y tirarlos al río. Pero no con el ctrl+alt+supr, sino físicamente. Se asustaron y empezaron a gritar mientras se guardaban el dispositivo en el bolsillo en lugar de llevarlo al portapapeles. ¡Qué tontas! Intenté cogerlo de sus bolsillos pero se pensaron que quería violarlas. Qué estúpidas. El electrodo naranja da mucho más gusto. Pero ya nada les sacó de su error. Miles de cámaras nos habían filmado y en seis minutos estaba detenido –físicamente. A los transeúntes que me agarraron intenté explicárselo, sin suerte: no sé qué me ha pasado. Sólo quería que se acabase ese zumbido en mi cabeza. Cuando las he visto no he podido evitar lanzarme sobre ellas.”

3 comentarios:

  1. Muy bradburiano todo. Sublime, como siempre.

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  2. Eres un visionario ¿quién sabe cuántas de estas cosas se inventarán en la realidad?

    Hay que ver lo que cambia una historia vista desde el punto de vista del protagonista a la que nos han contado.

    Me ha encantado.

    Abrazos.

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