miércoles, 14 de noviembre de 2012

Vuelve el héroe (2/2)

Otros adalides cinematográficos menores son los esquivatartas en las comedias, los bailarines en los musicales, los surfistas californianos, los rateros románticos, las monjas cabareteras de los conventos embargados y los profes enrollados que transforman delincuentes en artistas.
Luego están los antihéroes. Más allá de gángsters robinhoodescos que nunca roban a los pobres –seguro– y los detectives depresivos que se dan a la bebida o vuelven a fumar a los cinco días, los pistoleros crepusculares encarnan el ideal de hombre duro y frío, movido por su propio interés económico, descarnado y sin sentimientos nobles, que lo mismo patea el culo de un mindundi bocazas que agujera el chaleco de cuatro desalmados no muy diferentes de él, pero con un matiz ambiguamente negativo. La degeneración del vaquero romántico, elevado y justiciero, políticamente correcto, que nunca dispararía a traición ni golpearía a una chica no fue sino la progresión sociológica de la deshumanización global. Si ahora viniera John Wayne a salvarnos el culo a todos lo acribillarían –eso sí, a traición– en el primer fotograma. Acuérdense de Indiana Jones observando los malabarismos con el sable del campeón bereber de “En busca del arca perdida” sólo para pegarle un tiro desmitificador al final de la acertada aunque desafortunada exhibición. Los héroes han perdido romanticismo y ganado pragmatismo, y los ideales quijotescos que una vez defendieron han degenerado con ellos hasta revertir una ficción dicotómica en una realidad multipoliédrica donde el malo o el bueno dependen del país donde haya nacido el sufrido espectador.
Luego están los héroes cotidianos. Lo bueno que tienen es que todos podemos ser uno. El cura enamorado que no sucumbe a sus pasiones, o lo hace y sufre espiritualmente por ello, la madre coraje que se echa los vástagos a la espalda, el adolescente maltratado que supera su problemática familiar para resurgir maduro, templado y responsable… La lista es interminable. Quizá porque todos afrontamos retos cotidianos a diario, y ganamos o perdemos mil veces sólo para hundirnos en nuestra miseria o volver a levantarnos más fuertes, más rápidos o más sabios, porque vivir es una aventura increíble a la que cada uno le pone el género que más le gusta: comedia, tragedia, ciencia-ficción, musical, terror, detectivesca, transición a la adultez…

8 comentarios:

  1. Desde luego que sí Drywater, todos podemos ser uno...
    Un abrazo

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  2. Tu lo has dicho Dry, vivir es una aventura increíble. Cada uno tiene su papel, uno mejor y otro peor, paro cada día levantarse, y dirigirse al trabajo es una aventura heroica. Muy buenos los dos artículos dedicados a los herpes.

    Abrazos Dry, como siempre muy agudo.

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    1. Dry,..he terminado mi opinión diciendo,..."Muy buenos los dos artículos dedicados a los "herpes" cuando quería decir "héroes"...por Dios! en que estaría yo pensando.. ;( ..sorry.

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  3. Cuando vi "El bueno, el feo y el malo", siempre me quedé con la idea de que en realidad el bueno no era tan bueno como el título sugería... ni de lejos.

    Tal vez lo que ocurre es que poco a poco nos hemos ido creyendo menos el papel de héroe perfecto.

    Ahora que hablas de héroes cotidianos, me acuerdo de Robert de Niro en "Una historia del Bronx" cuando le dice a su hijo que el obrero que va a trabajar todos los días es el auténtico tipo duro.

    Un abrazo!

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  4. Todos podemos serlo pero muy pocos lo son realmente. A veces las personas somos le encarnación perfecta del antihéroe, por no decir que un poquito cabroncetes.

    Buen final para el artículo :-)

    Abrazos.

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  5. El género de nuestra "aventura" creo que varía según el humor con el que te levantes ese día.

    Saludetes Dry.

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  6. Gran artículo cinéfilo, actual y para una buena extrapolación social. Saludos desde el tercer aniversario de Indien12.

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  7. Todos podemos, pero no es fácil, y como dice Din Buzzati en "El desierto de los tártaros" no todos han nacido para ser héroes ;) Lo que cada vez me ocurre más es indignarme porque se vende como antihéroes a auténticos hijos de puta (con perdón). Dentro del cine... y fuera.

    Un saludo :)

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