sábado, 16 de mayo de 2009

Paul Bartleby, el zorro cazador

Por el bosque viene el taimado Paul Bartleby. Es bravo y fiero, artero y malvado. Atemoriza a las gallináceas incautas que se pasean por el corral. Las conquista con su alemán de Frankfurt o su Inglés de Oxford. Si son duras de pelar utiliza el acento francés de La Rochelle. Ninguna se resiste a sus encantos. Bartleby es un maestro cuando va de caza.
Ayer el astuto zorro se topó con Bee Queen, la gallinita presumida. Nunca más se supo de ella. En su incubadora aparecieron seis polluelos y un CD de música indie y grupos alternativos. Paul Bartleby siempre ataca con éxito. Es adicto al pollo. Dicen que una vez, hace años, un cepo le hincó la cola y el pobre zorrillo no pudo moverse en tres semanas. Pobre Paul Bartleby, tuvo que comer hierbajos y raíces durante ese tiempo. Bartleby el zorro listo prometió no volver a comer verde y se hizo cazador de pollinas, a las que cautiva con sus abundantes encantos y luego remata con sus voraces fauces zorrunas. Paul Bartleby ha escrito el prestigioso libro “Seis mil formas de comer pollas (gallinas)”. Aunque tradujo él mismo el manual a siete idiomas, cometió alguna ambigüedad en su edición española. El torpe Paul siempre mete la pata en algún pequeño detalle de forma.
Los animales del bosque le adoran. Es ágil, de suave y royo pelo, gran conversador y muy cariñoso con mamá tejón y madame comadreja. Bartleby es un encanto y una eminencia en el bosque.
El artero zorrillo ha elegido su presa. Hoy le toca esa gallina pelirroja, desenfadada e informal. Hace días que le ha echado el ojo a la inocente Morning Dew. Pobre gallinita, sus maneras no han pasado desapercibidas para el hambriento Bartleby. Ya se relame el infame raposo, viéndose masticar a la gentil gallinita. Ay, que mal pinta esto para Morning Dew, confiada y bondadosa ella, frente al zorrin lover del bosque.
Paul entra con todo, apabullando a Morning Dew con sus dotes linguísticas. Que si cómo se dice conculcación en inglés, que dónde se pone el acento en el dialecto de Inverness. A Morning no le gusta la altanería y sabiondez del zorrete cultivado. Esto promete, pues la gallina roya no veas como las gasta, y Bartleby está haciendo méritos.
Consejo de aves en el corral principal. Paul Bartleby prepara la lengua viperina. Se masca la tragedia. Dew protesta sobre la textura del pienso y el ladino le espeta que coma menos que se le están poniendo patas de gallo. Morning Dew se quiere morir. No sabe que contestar, ni reír, ni llorar, ni picotear, ni siquiera cacarear. Se ha quedado patidifusa. Las demás bajan la cabeza sin chistar. En el fondo son todas unas gallinas. La media sonrisa condescendiente y vacilona de Bartleby se graba en las dilatadas pupilas de la pobre Morning Dew. ¡Humillada por el guapo Paul Bartleby, con lo simpático que le había parecido con ese tupé de pelo de zorro! Ya te has caído, majo, a Morning no se le chotea nadie, y menos una mofeta pelirroja y quedona. Ay, raposón, qué enemiga te acabas de ganar.
Los siguientes días son críticos. El zorro mete horas con Dew pero ella lo ignora con indiferencia. No lo sabe, pero Paul el artero se está prendando de la gallinita alternativa. Y cuanto más odia Morning a Bartleby, más se enamora el zorrillo de la gallinita con carácter.
Han pasado varios meses y la situación se ha agudizado. Paul Bartleby sólo vive para besar el suelo que pisa Morning Dew, y ésta, dolida, sigue despreciando al otrora prepotente raposo. Ya no sabe qué hacer, pobre Paul. Le ha regalado sacos de grano, huevos Kinder con pollito como sorpresa, CDs de rock alternativo, entradas para el establo, plumas de pavo real y mazorcas de maíz, pero Dew no ha vuelto a sonreír al astuto cazador.
Mientras el ladino ya no es lo que era. Lleva seis meses a hierba y matojos. Está muy desmejorado. Sólo piensa en ganarse a la pelirroja, y ya no sabe si quiere comerse su corazón o sólo sentirlo latir en su regazo. Es torpe y descuidado. Ha perdido mucho pelaje de los disgustos que le propina Morning, y de su tupé sólo quedan cuatro pelos ralos y peleados. Las gallináceas ya no suspiran por él, es una sombra de sí mismo. Hasta las mofetas le vuelven la cara.
Con todo, su carácter se ha dulcificado. Su altivez es ahora humildad y ganas de agradar. Morning le ha sonreído hoy después de siete meses. Ha sido una sonrisa leve, contenida, pero a Bartleby le ha sabido a dulce ambrosía.
Han pasado más días, y Dew ha perdonado a Bartleby. Lo ha visto doblarse a su indiferencia y ha decidido perdonarle la vida. En el fondo este zorrillo no es malo, sólo estaba sobrevalorado. Parece haber aprendido a ser humilde, quizá demasiado, besando el suelo allá donde pisa Morning Dew.
Ha pasado un año desde que el raposete vacilara a la gallinácea moderna y desenfadada, y hoy Morning Dew ha puesto un huevo precioso, brillante y recubierto de pelaje rojo. Bartleby está dichoso. Su voracidad se hizo amor y Dew se enamoró de su enorme corazón vulpino y de sus orejas de peineta. Lo que pasó después no se puede contar en horario infantil. El retoño del zorro y la gallina resultó ser un poco “alternativo”, con esas patas con tres dedos y plumas rojas entre el pelaje zorril, pero no por ello dejó de ser querido y admirado por sus orgullosos papás. ¿Qué cómo se llamó el gallizorro? Sus progenitores no tuvieron duda alguna en tan crítica cuestión: Lo llamaron Israel.

6 comentarios:

  1. ¿ESTÁ BASADO EN LA FÁBULA DEL ZORRO Y LA GALLINA?
    "El zorro enderezó la oreja y escuchó atentamente el lento y uniforme respirar del perro del granjero, que dormía tendido en el suelo. Luego, sobre sus suaves patas, se arrastró hacia la puerta del gallinero' deteniéndose ansiosamente, de vez en cuando, para escuchar. Por fin, atravesó una pequeña abertura que había cerca del suelo y penetró al oscuro interior.

    Sus ojos de penetrante mirada advirtieron a la gallinita roja, encaramada sobre una percha, fuera de su alcance.

    -Prima gallina -dijo, con su tono más almibarado-. He encontrado unas pepitas deliciosas para ti. ¿No quieres venir a verlas?

    Pero la gallina era un ave vieja y prudente. Había visto caer a demasiados pollos tontos en las garras del taimado animal. Por lo tanto, irguió la cabeza y cacareó:

    -Ahora no tengo hambre. Gracias.

    El zorro meditó un instante. -Querida gallinita -dijo con dulzura-. Oí decir que estabas enferma y he venido a preguntar cómo estás. Ven y te tomaré el pulso.

    Pero la gallina seguía siendo demasiado prudente para él.

    -Es cierto que no me siento bien -reconoció-. ¡Pero estoy segura de que moriría si bajara de esta cómoda percha!"

    UN SALUDO, DRY

    ResponderEliminar
  2. Eres un buen fabulista. A ver si te animas a hacerlo en papel.
    besicos

    ResponderEliminar
  3. ¡Por favor, patenta esta fábula, que quiero que mis hijos puedan leerla y decirles que yo conocí a los personajes!

    No te puedes imaginar la risa que he pasado leyéndola :)

    Por cierto, soy la que compartió un "love-nest" en la Casita Pin y Pon con Morning Dew... si aún no me conoces pregunta a tu protagonista femenina.

    Chao

    ResponderEliminar
  4. Claro que sé quién eres, aunque hoy no te he visto. Me alegra un montón que te haya gustado, pues como bien sabes está ligeramente inspirada en hechos reales (el final no, que sepamos)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. No sabía que había una fábula del zorro y la gallina, pensaba que era el zorro y el gallo, pero tampoco era difícil coincidir con esos dos animalitos.
    En cuanto a pasarme a papel, tal vez cuando tenga material y calidad (?????????????) me autopublicaré alguna cosilla para darme el gusto.
    Otro abrazo

    ResponderEliminar
  6. Pff Que Libro Maz Feo ....!"
    Por Que No Sacaran Algo Maz
    Desente Por Faveor...!"

    ResponderEliminar