martes, 14 de abril de 2009

Triángulo Escaleno (I y II)

La compilación de relatos Triángulo Escaleno descubre (o encubre) la pluma de tres escritores surgidos de la inagotable cantera de Biblioteconomía y Documentación, que colaboran en sacar a la luz un interesante proyecto literario mediante el aporte de varias historias de reducida duración y sabor profundo, un festín regado con los trazos del también compañero e ilustrador Ciro Soriano Hermando.

El libro se compone de tres partes: Los raros son los otros, de Jorge Biarge Fanlo; Símbolos y proyecciones imperfectas, de Sergio Perales Tobajas; y Realidad Fingida, de Ernesto Sierra Sanz. Si el lector se siente atraído ahora o a mitad de crítica por la obra, puede encontrarla en soporte informático o papel en www.librosenred.com/libros/trianguloescaleno.html


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Jorge Biarge Fanlo: Los raros son los otros

Si bien el título de su colección ya nos anticipa las paranoias y peculiaridades de sus personajes, un vistazo a las primeras frases de sus cuentos revela unas voces capaces de beber de la lógica esquizofrénica de “El corazón delator” de Poe (admirado por Jorge), pero también grandes similitudes al monólogo interior de Joyce, con ese torbellino de pensamiento brotando como una cañería rota de cuajo o un astado hincando hasta el corvejón. Los diferentes “yos” del autor pasean por la vida con rutina y detalle, como en los cuadros de Van Eyck, y toman diversas rarezas: los hay con regalofobia, psiquiatras vouyeristas, púberes que eyaculan en la adolescencia de sopetón, escritores malditos bebiéndose su propia condena vital y absolución literaria, hastiados perdedores derrotados por la soledad más obligada, intempestivos paseantes con manía persecutoria, exitosos autores terriblemente celosos de sus hijos literarios.

En las historias de Jorge Biarge pasan pocas cosas. La acción se ralentiza y es la mente la que viaja en incontables anacronismos hacia el oscuro deja vu o el más insignificante de los detalles de un objeto y sus consecuencias metafísicas. En todo caso, el paralelismo entre la inacción más desapercibida y las decisiones más trascendentales se hacen evidentes en cada reflexión del superego que bucea por los imposibles e insondables mecanismos del entendimiento paranoide. Las frases son lúcidas, digeribles y empatizantes. Muchos nos vemos en cada manía y en cada pequeño ritual cotidiano. Sin embargo, lo más interesante es sumergirse en las innumerables digresiones de sus protagonistas, que se desenmarañan como nudos corredizos y revelan el dibujo mental de cada personaje, y cómo se parecen terriblemente a muchos de nuestros paisajes cerebrales, queramos admitirlo o no. La proyección sesgada de la realidad se vuelve mucho más importante que la misma verdad, y así nos lo hacen ver desde el oscuro callejón, el pecaminoso jergón de muelles vociferantes o la ventana del ático sobre El Retiro madrileño. Las referencias literarias tampoco escasean en al menos tres de los relatos, y Jorge nos habla de Cortázar, Conan Doyle o Poe mediante breves alusiones del narrador o como esqueleto argumental de sus detalles biográficos.

La sensación que deja esta primera parte de Triángulo Escaleno es que la calle está llena de perros verdes y seres maniáticamente cuadriculados en un tablero donde lo normal es quizá lo menos habitual. Y uno no puede evitar dejarse llevar por la complicidad de las propias paranoias en los enloquecidos ojos de otro, por mucho que se trate de un desgraciado genio de las letras adicto al opio o de un anónimo viajero de la baldosa nocturna. Lo único importante es que las oscuras pulsiones sexuales, los pensamientos interiores, las rarezas antisociales o la minuciosidad irrelevante son males tan inocuos como compartidos por el subconsciente colectivo. Tal vez el personaje de Jorge Biarge Fanlo tenga razón y los raros sean los que no son unos paranoicos con miedo y absurdo a partes iguales.


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Sergio Perales Tobajas: Símbolos y proyecciones imperfectas


Las historias de este autor son crípticas, oscuras, complejas y abstractas, con surrealistas paisajes y crudas revelaciones existenciales, si bien deja al lector la interpretación final de sus abiertos desenlaces. Los viajes se suceden por autopistas de la mente, por los rincones con telarañas del alma. Un ambiente sórdido y desolado invade al curioso que se adentra entre sus páginas.

Los personajes de Sergio Perales Tobajas no existen o están a punto de dejar de hacerlo. Podría decirse que en el mejor de los casos están muertos en vida o recreándose en su dolorosa agonía. Las escenas recuerdan, a veces, al más enloquecido Heathcliff de “Cumbres Borrascosas” profanando tumbas por una desgarradora pulsión amorosa, al ejecutivo sin rostro de Magritte o a los desquiciados personajes de Poe en “El corazón delator” o “El pozo y el péndulo”. Sin embargo, su tortura es castigo a un conocimiento post-vital de las circunstancias de la existencia. Y no contentos con sufrir entre breves páginas interminables congojas, invitan al espectador a cortarse las venas con ellos o a contemplar desde el balcón de la cordura el precipicio inmenso de la irracionalidad más descarnada.

Es difícil seguir a Sergio. Exige, cuando menos, una segunda lectura en alguno de sus más enrevesados y tremendistas relatos. Las conclusiones al finalizarlos son ambiguas y equívocas. El autor parece empeñado en mostrar tan sólo un pequeño escote de la psique de sus antihéroes para que queramos mirar hacia su interior y lo contrastemos con el propio, buscando complicidad o iluminación pesimista en nosotros. Y es que una colección de cuentos que comienza la visita turística por el otro lado con un guía que desconoce que lo ha cruzado, simbolismo postmoderno del paraíso perdido de Milton o de los infiernos de “La divina Comedia”, no puede por menos que estremecer al personaje y al sufrido lector que no puede avisarle como en una película de terror de Hitchcock. Tampoco escasean los desgraciados agarrándose míseramente a la poca vida que saben que les queda, ahogando su esperanza en vastos caminos impersonales u oscuras mazmorras oníricas, jugando quizá a que los sueños son ficticios y las pesadillas no son sino un mundo real que no queremos admitir que nos está devorando el alma. Otras historias desarrollan tintes apocalípticos a partir de amenazas futuristas o ambiciones humanas, desvelando que el verdadero miedo surge cuando lo proyecta el hombre pervertido, caido, esquizofrénico o fallecido.

La densidad del simbolismo en algunos relatos invitan a relativizar las conclusiones, a buscar nuevas ramificaciones, a asociar mente y paisaje psíquico, a encontrar ese trozo de yo que el escritor ha astillado por los poliédricos laberintos de su geométrico ángulo, probablemente con el propósito de plasmar sus inquietudes metafísicas, pero también para desorientar al espectador y sacudir los cimientos de sus apreciaciones. Es por ello que no puedo negar, después de mi segunda lectura (con Jorge sólo necesité una), que me voy con cierto regusto a confusión y con la honesta sensación de que me estoy perdiendo algo, y que no estoy seguro de atreverme a descubrirlo.


8 comentarios:

  1. La ilustración está muy bien, pero debes escribir de un modo menos misterioso. Es mu difícil seguirte, pero queda muy bien.

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  2. La verdad es que yo mismo a veces me noto un poco ecléptico, pero es complicado hablar sin revelar o criticar sin contar. Tal vez deba empezar contando el argumento e incluyendo spoilers, ja, ja, ja.

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  3. Pues como parte interesada, yo sí creo haberle entendido perfectamente, y me alegra aún más el hecho de haberme sentido plenamente comprendido, a mi vez. Como dijo el político "¿Me se entiende?"

    Muchas gracias por sus amables y agudas palabras.

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  4. La verdad es que me han gustado mucho tus relatos, Jorge, y creo que tienes un estilo muy maduro y pulido.
    Gracias por la visita

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  5. Me ha parecido una crítica acertadísima, con lo difícil que es hacer un comentario crítico literario y salir bien parado... Gracias

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  6. Con respecto a esta época literaria que reúne TE lo que yo buscaba era una yuxtaposición, si cabe, entre impresionismo (con una antiluz especial) y el expresionimo. Pero el movimiento que lo define es el Tremendismo simbólico, surgido en Hannover en 2000 de manos de Ernesto y mías, en su exilio estudiantil. Por último, dejo una frase de Chirico, que dijo algo así como que "Hay más misterio en la sombra de un hombre caminando en un día soleado, que en todas las religiones del mundo".

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  7. Por aquí hay mucho nivel ¿No?

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  8. Interesante libro. A ver si lo pillo.

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